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Una hormiga, una galleta y una infusión...

Dra. María Dolores Pérez Ubieta

Una hormiga, una galleta y una infusión...

           
"La imaginación es la loca de la casa"
Santa Teresa de Jesús

Anoche, mientras merodeaba por la cocina en busca de una galleta, me topé con una hormiga que paseaba por allí. Uff, pensé, todos /as sabemos lo que pasa cuando hay una hormiga en la cocina. La primera que vemos parece inofensiva, pero no hay que dejarse engañar, es la “inspectora” y si encuentra terreno favorable para el saqueo, en un periquete llama a sus “amigas”, vienen miles y entonces se pierde el control, reinará el caos. No importa cuántas veces las intentes aniquilar, seguirán saliendo, circularán en fila, como un ejército invasor que arrasa con todo, y si no pregunten al padre de Mafalda (grande Quino).
El caso es que llegado a este punto de delirio, decidí deshacerme de ella antes de que tuviese tiempo para avisar a las demás. 

Ya sin hormiga, con el paquete de galletas en la mano y una infusión en la mesa, me puse a reflexionar. Saltó a mi memoria el psiquiatra norteamericano Daniel Amen, quien dice que una hormiga en casa es igual que un pensamiento negativo, cuando aparece, y si no lo pillas a tiempo, en nada tienes un hormiguero en la cabeza. Se desata un auténtico festín de ruido mental autodestructivo que acabas creyéndote y cargando a cuestas con todas sus consecuencias. Lo explica así en inglés HORMIGA=ANT (Automatic Negative Thought) es decir, pensamiento negativo automático.

¿Por qué es tan importante cuidar lo que pensamos? 

Cuando la imaginación se dispara, puede ser un aliado maravilloso o un arma de autodestrucción. Ella crea nuestros pensamientos, la visión que tenemos del pasado o del futuro y, como consecuencia, el inevitable olvido del presente. Los pensamientos controlan como nos sentimos, independientemente de si somos conscientes de ello o no, nuestras emociones son el resultado directo de algo que pensamos. Cuando un pensamiento es repetitivo o intrusivo, deben de saltar todas las alarmas ¡Cuidado! Si le prestas mucha atención, aparecerán más y en nada tendrás un hormiguero.
Pensando en todo esto, no puedo evitar mencionar lo que más nos ocupa estos días, el confinamiento, la desescalada y sus consecuencias. La falta de actividad, la ausencia de horarios y rutinas, no salir a caminar o hacer deporte, la sensación de impotencia y la incertidumbre entre otras, hacen que sea más fácil escuchar el ruido mental y más difícil ignorarlo. Cuando esto ocurre la mente se descontrola, aparece la ansiedad, la depresión, las obsesiones, los celos, la desconfianza, …Se hace difícil mantener la calma y surgen los problemas contigo mismo y con los que te rodean. 
Piénsalo bien, casi todo lo que reconocemos como problemas, son producto de nuestro análisis de las cosas, es decir, de como nuestra imaginación nos lo presenta. Es en los momentos más complicados de la vida, cuando debemos hacer mayor esfuerzo para no desestabilizarnos. Analizar y discernir entre la realidad o el catastrofismo en nuestros pensamientos, filtrarlos y de esta forma conocer mejor a “la loca de la casa” que decía Santa Teresa, quien escribió esta frase refiriéndose al discurso interminable de la mente. La Santa Española también sugirió “dejar hablar a esta loca” sin interrumpirla pero sin prestarle atención.

¿Qué hacer cuando aparece un pensamiento no deseado?

1.  Obsérvalo, pregúntate si es realista ¿estás victimizándote o creando una catástrofe? ¿Puedes transformar ese pensamiento en algo más positivo?¿Lo necesitas realmente? ¿Te sirve de algo o está ahí solo para torturarte?

2.   Respira pausadamente, haz una aspiración profunda, cuenta hasta 3, aguanta el aire un momento, cuenta hasta 4 y espira poco a poco hasta que sueltes todo, cuenta hasta 5, céntrate en el sonido de tu respiración, en la sensación de tranquilidad que queda después. Repítelo al menos 6 veces. Respirar y llevar la cuenta de tu respiración, no solo te distrae de ese pensamiento, además te lleva a centrarte en el presente. 

3.   Practica la atención plena, fíjate en el lugar en el que estás, pon todos tus sentidos en activo, observa lo que hay a tu alrededor.

4.   Escucha lo que piensas y reconoce de dónde viene, quizás necesitas atender algo de ti mismo que estás abandonando.

5.   Haz una relajación (encontrarás un enlace al final de este artículo)

6.   Observa la importancia que le das a un pensamiento recurrente, puede que no sea tan importante.

7.   Recuerda, cuánto más interés pones en no pensar en algo, más difícil será dejar de hacerlo.

8.   Practica la empatía contigo mismo/a y no te juzgues. 

9.   Escribe o dibuja lo que piensas. Encuentra la realidad y la ficción en ello, busca una visión más realista.

10. Pasea, en caso de que puedas (si estás en confinamiento, omite este paso, o ve a por leche al super 😉)

11. Habla sobre el tema que te preocupa con alguien de confianza. Busca un profesional, no hay nada de malo en ello. En las sociedades más desarrolladas, ha dejado de ser tabú ir a terapia, es importante reconocer al psicólogo como un agente de ayuda. (Cuando tenemos una muela picada, vamos al dentista, no se nos ocurre quitarnos la caries nosotros mismo/a ¿es menos importante la mente que la boca?)

12.  Si no has hecho yoga nunca, quizás sea el momento de empezar.
        Aquí te dejo una relajación que ha hecho mi profesora de yoga- Elena Martinez
       
 http://www.elena-martinez.com
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