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Paciencia

Dra. María Dolores Pérez Ubieta

“Ten paciencia con todas las cosas, pero sobre todo contigo mismo”.
 Francisco de Sales

…Entonces tu cabeza empieza a dar vueltas, un mundo quiere explotar dentro de ti, te das cuenta del valor del tiempo y el espacio. Descubres que nada es real a tu alrededor, todo fluye y se transmuta a su propio ritmo, como tú mismo quisieras transmutarte y estar en ese otro lugar donde te lleva el deseo. Pero no puedes, porque lo que quieres dominar en el exterior se escapa de tus capacidades, solo hay un remedio, ajustarte tú y aceptar que lo único que puedes controlar es a ti mismo. 

El origen de la palabra paciencia
      
En castellano, la palabra paciencia proviene del latín “pati” que significa sufrir. Se interpreta que para lograr lo que se desea hay que padecer, pero con la conciencia de que el beneficio llegará sin importar su origen. Los griegos utilizaron la palabra “hupomone” para definir “la paciencia”, esta se usaba en conexión con fe, esperanza, gozo, gloria y grandeza futura. Mientras las escuelas del Budismo Theravada y Mahayana, el termino Kshanti se traduce como paciencia, tolerancia y perdón; es considerada una de las prácticas para llegar a la perfección.

¿Cómo se define la paciencia?

 La paciencia es una actitud ante la vida, se define como la capacidad del individuo para soportar o tolerar una determinada situación sin perder la calma, con fortaleza y sin lamentarse. Es esperar con serenidad aquello que se desea con fervor y ser tolerante ante los cambios o circunstancias desfavorables sin permitir que el estado de ánimo se perturbe.

Desde el punto de vista teológico, la paciencia es una gran virtud que debe ser cultivada y que ofrece recompensa divina y espiritual. Según la psicología esta cualidad depende mayormente de patrones inconscientes que son activados o no de acuerdo al potencial de autocontrol de la persona, este a su vez depende de la herencia genética, la cultura o las experiencias vividas.

Paciencia, autocontrol y cerebro

 En La paradoja del chimpancé, el psiquiatra Steve Peters explica que “el autocontrol es el factor más importante que nos distingue de los chimpancés”. El chimpancé carece de control emocional, funciona por impulsos y exige gratificación inmediata. El ser humano actúa de forma determinada, dependiendo de cómo logre controlar sus emociones. Esta capacidad de autocontrol se encuentra en los lóbulos frontales y prefrontales que son el sustrato anatómico para las funciones ejecutivas. Estas, nos permiten dirigir nuestra conducta hacia un fin y comprenden la atención, planificación, secuenciación y reorientación sobre nuestros actos.

     Se puede decir entonces que la paciencia está localizada en el lóbulo frontal y que tiene un componente biológico. El neurocientífico Wolfram Shultz descubrió que la necesidad de gratificación inmediata está asociada con la descarga del neurotransmisor dopamina en el cerebro. Las neuronas detectan señales en el ambiente que son indicadores de la posibilidad de un refuerzo en un tiempo determinado. La paciencia que tenga esta persona para esperar refuerzo está relacionada con las expectativas generadas por experiencias anteriores. Cuando las neuronas descargan la dopamina esta aumenta la actividad neuronal en el lóbulo frontal, mayormente en las regiones prefrontales donde se desarrollan la capacidad de análisis y atención. La actividad neuronal en estas regiones del cerebro inhibe la amígdala, como consecuencia el individuo sentirá menos miedo, ira o molestia al ser provocado. La liberación de dopamina se produce por la expectativa de sensaciones que el premio genera. Es así que nuestro cerebro genera la virtud de la paciencia.

Continúa en ¿Cómo no perder la paciencia?
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